Érase una vez unos cerveceros que pensaron… y pensaron… reunidos en su oficina.
Bueno, digamos que en el sofá y tras mirarse sus barrigas cerveceras (pues estas interferían su campo de visión de la tele) un miembro del consejo de los sabios se dignó a soltar prenda y tras un fuerte eructo soltó un grito desgarrador “esto no puede seguir así”.
--¿Qué te pasa fiera?
-- Joper que no puedo ver la tele.
--esto se hincha cada vez más con cada birra que entra por mi gaznate—dijo frotándose su exuberante barriga.
--¡calla! Y bebe que se calienta.
--en serio, esto no puede ser, tendré que dejar de beber— de repente un fuerte ¡NO! al unísono recorrió toda la oficina (mejor dicho el salón).
--Tío, antes de dejar la rubia prefiero patear (andar) y todo.
Y así es como empezó todo. Pateadaspuntocom narrara las “aventuras y desventuras” de estos intrépidos unidos a la naturaleza por la gracia del zumo de cebada.